Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 30 de marzo de 2016

un niño hablando de la trashumancia


El domingo de Pascua me sucedió una anécdota bien simpática, digna de ser recogida en el blog. Fue después de la misa de 7,30 de la tarde en la iglesia del Carmen de Burgos, mientras me encontraba en la sacristía, quitándome la casulla y el alba.

En la homilía hablé de la historia de la Pascua, del viaje con los ganados desde los pastos de invierno a los de verano al llegar la primavera, de la salida de Egipto, de la resurrección de Jesús y de nuestra participación en la Pascua de Cristo por el bautismo

Entraron dos niños pequeños en la sacristía. Les saludé, felicitándoles la Pascua y les pregunté sus nombres. El mayor respondió en nombre de los dos:

Rodrigo: Yo me llamo Rodrigo y mi hermanito Rubén.

Yo: Encantado. Yo soy el padre Eduardo, ¿en qué puedo ayudaros?

Rodrigo: Venimos para felicitarte por tu homilía. No ha sido pesada y hemos entendido todo. (Les aseguro que dijo eso, que habló de la "homilía", así como suena).

Yo: Muchas gracias, eres muy amable.

Rodrigo: Pero has cometido un error.

Yo: Lo siento, no me he dado cuenta. Habrá sido sin querer.

Rodrigo: Sí. Has dicho que en la trashumancia llevaban las ovejas en invierno al norte y en verano al sur pero es al revés. (Se lo aseguro, dijo la "trashumancia", así como suena).

Yo: Claro que es al revés. Se ve que me he despistado.

Rodrigo: Pero te lo perdonamos, porque lo demás ha estado todo muy bien.

Me dieron la mano y salieron bien serios por la misma puerta por donde entraron. Yo me quedé con la boca abierta, sorprendido por la naturalidad con que hablaba el chaval y el convencimiento con que lo hacía. Así que tal como sucedió, se lo cuento. ¡Que pasen un feliz día!

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