Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 13 de agosto de 2015

Recordando la convivencia en el Desierto de las Palmas


El domingo pasado concluyeron los ejercicios espirituales que cada año suelo tener a principios de agosto en la casa de espiritualidad del Desierto de las Palmas. Participó un buen grupo de personas a las que aprecio sinceramente. Muchos repiten cada año, otros son nuevos. Había religiosas, seglares y algún sacerdote, incluso una familia con niños. Miembros de la gran familia de Dios dispersa por toda la tierra. Cada uno procedía de un lugar distinto, pero a todos nos unía el deseo de profundizar en la amistad con Cristo. En la foto se ve a muchos de los que participaron, aunque cuando se tomó no estábamos todos presentes. Les comparto el testimonio de dos participantes.


Estos primeros días de agosto he asistido a las jornadas de convivencia y oración en el Desierto. Una vez más doy gracias a Dios por esos días, que han estado llenos de su presencia; de enseñanzas profundas, entusiasmadas y entusiasmantes.

Esta vez sobre cómo acercarse a las Sagradas Escrituras: con unos criterios y unos conocimientos básicos que nos permitan leerlas y entenderlas correctamente, sin las deformaciones a las que a veces las sometemos, por ignorancia o -por qué no confesarlo- porque nos gusta escuchar de Dios solamente lo que queremos oír.


Tampoco ha faltado esta vez el testimonio de vida que ofrecen las hermanas que allí trabajan, ni la oportunidad de profundizar en unas relaciones que cada vez son más auténticamente fraternas con el resto de los asistentes, pues vamos conociéndonos mejor cada año.


Me gusta mucho la oportunidad de gozar de esos ratos de conversación e incluso de auténtica diversión fraterna. Aprecio mucho los ratos de silencio, que en la próxima ocasión nos tenemos que tomar más en serio para poder saborear a gusto las resonancias que vienen fugazmente al corazón.


Con cariño sincero y mucho agradecimiento, no solo al Señor, sino también a todos aquellos con quienes he convivido estos días. Paqui Alonso.


***


¿Cuál es la razón por la que hago todo lo posible para asistir al curso de convivencia y reflexión que se organiza cada año a principios de agosto en el Desierto de las Palmas?


Porque quiero vivir unos días entrañables con personas maravillosas que te ofrecen su amistad.


Porque quiero aprender las enseñanzas bíblicas y de espiritualidad, que son siempre una bendición. 


Porque el Desierto de las Palmas me invita a la reflexión y Dios se hace más presente en el silencio y la oración. 


Porque durante estos días el Señor acampa con nosotros y nos llena de su Amor.



Por todo ello, cada año me lleva a desear asistir al siguiente encuentro y poder continuar en esta correspondencia amorosa de amistad. Lola Fernández.

No hay comentarios:

Publicar un comentario