Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 20 de junio de 2014

Jerusalén


Nuestra peregrinación terminó en Jerusalén (ciudad a la que he dedicado varias entradas, como esta y esta). Después de visitar Galilea, nos detuvimos en Qumram, el Mar Muerto, Belén (a 8 km. de Jerusalén, de la que hablamos ayer) y Ein Karem, la patria de san Juan Bautista (hoy es un barrio de la Ciudad Santa). Los días pasados en Jerusalén visitamos el Santo Sepulcro, el Monte Sión, el Monte de los Olivos y otros lugares significativos.

Almorzamos en Qumram y después visitamos el museo, con el video que explica la vida de los esenios, y las excavaciones del poblado.

Nos bañamos en el Mar Muerto, con una concentración de sal tan grande que los cuerpos flotan en el agua, y nos embadurnamos con los barros medicinales.

En el llamado "Monte Sión" está esta escultura del rey David, junto a su tumba, el cenáculo y la abadía benedictina de la Dormición de María.

El pavimento de la abadía de la Dormición es de mosáico. En el centro hay tres círculos que representan la Santísima Trinidad, con una inscripción. De allí parten rayos que llegan a representaciones de los cuatro profetas mayores y de los doce menores. En un círcula más amplio están representados los 12 apóstoles y los 4 evangelistas. En un último círculo están representados los signos del zodiaco, las estrellas y constelaciones. Así se indica que del seno de la Trinidad ha surgido toda la revelación (Antiguo y Nuevo Testamento) y todo el universo.

 La iglesia es muy hermosa, así como la cripta y las capillas laterales.


El cenáculo era el coro de la iglesia de los franciscanos, construida sobre lo que fue la casa de María, la madre del evangelista Marcos, en la que tuvo lugar la Última Cena, el envío del Espíritu Santo en Pentecostés, el concilio de Jerusalén... y donde se reunía la primitiva comunidad cristiana. Debajo se encuentra la llamada "tumba del rey David" y al lado las caballerizas del antiguo convento franciscano.

Oramos en el cenáculo, recordamos la institución de la Eucaristía y pedimos a Jesús que nos envíe el Espíritu Santo.


Celebramos la misa en la iglesia de san Pedro in Gallicantu, construida sobre la casa de los Sumos Sacerdotes, donde Jesús fue juzgado y encarcelado antes de su Pasión.

Otro día celebramos la misa en el monasterio de las carmelitas descalzas, en el Monte de los Olivos, en el santuario del Pater Noster, construido sobre la antigua basílica "Eleona", que santa Elena mandó edificar para conmemorar las enseñanzas de Jesús, su llanto sobre Jerusalén, la traición de Judas, el prendimiento de Jesús y la Ascensión del Señor a los cielos. Hoy hay muchos santuarios en la montaña que recuerdan cada uno de estos acontecimientos.

En la iglesia y en el claustro está escrito el Padre Nuestro en más de 200 idiomas.

Celebramos allí la Eucaristía con gozo y emoción.

Nos detuvimos en los cementerios judíos, situados frente a la Ciudad Santa porque los israelitas esperan que el Mesías entrará en Jerusalén atravesando el Monte de los Olivos, y quieren ser los primeros en recibirle cuando venga. Cuando los parientes visitan las tumbas de sus seres queridos, depositan una piedra sobre ellas, para que puedan aportarla a la construcción del futuro templo de Jerusalén cuando venga el Mesías.

En los cementerios judíos nos detuvimos para visitar las tumbas de los profetas Ageo, Malaquías y Zacarías, así como las de sus profetas, que se encuentran en unas interesantes cuevas del s. V a.C.


Bajando un poco más, entramos en el "Dominus Flevit", que tiene forma de lágrima porque recuerda el llanto de Jesús sobre Jerusalén.

 A los pies del Monte de los Olivos está la basílica de la Agonía o de Getsemaní.

Muy cerca se encuentra la gruta de la traición, donde también nos detuvimos a orar.


La puertecita al fondo a la derecha es la entrada a la gruta, mientras que la iglesia es la denominada "tumba de María".

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