Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 8 de abril de 2014

¿Qué son los ejercicios espirituales?


Me encuentro en la República Dominicana predicando unos cursos de ejercicios espirituales en una casa de las carmelitas teresas de san José. Buena ocasión para reflexionar sobre lo que son los ejercicios espirituales.

Los ejercicios espirituales son un momento oportuno para profundizar en nuestra amistad con Jesucristo. Por unos días nos dedicamos solo a escuchar su palabra, a reflexionar, a orar, a estar en silencio, a solas con Él solo. Ponemos nuestras vidas y nuestras preocupaciones en sus manos, deseando permanecer el mayor tiempo posible en su presencia amorosa.

No importa cuál sea nuestro estado de vida o nuestras ocupaciones ordinarias. Todos estamos llamados a vivir en amistad con Cristo, aunque la manera concreta de expresarle nuestro amor sea distinta en cada caso. Los ejercicios espirituales nos permiten reflexionar sobre cómo crecer en el amor de Cristo en nuestra vida concreta. Por unos días paramos nuestras actividades cotidianas, hacemos examen de conciencia y nos ponemos completamente en manos del Señor, tal como somos.

San Francisco de Sales dice que todos estamos llamados a vivir una relación personal con Cristo, cada uno según su propio estado y sensibilidad. Dice así: “En la misma creación, Dios creador mandó a las plantas que diera cada una fruto según su propia especie; así también mandó a los cristianos, que son como las plantas de su Iglesia viva, que cada uno diera un fruto de devoción conforme a su calidad, estado y vocación. La devoción se ha de ejercitar de distintas maneras según se trate de una viuda o de una joven soltera, o bien de una mujer casada. Más aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno. La devoción, mientras sea auténtica y sincera, nada destruye, sino que todo lo perfecciona y completa, y, si alguna vez resulta de verdad contraria a la vocación o estado de alguien, sin duda es porque se trata de una falsa devoción”.

San Juan de la Cruz dice con mucho realismo que todos estamos llamados “a imitar a Jesucristo en todas sus obras, identificándose con su vida, la cual debe considerarse, para saberla imitar y haberse en todas las cosas como se hubiera él”. Solo meditando detenidamente en la vida de Cristo podemos llegar a “actuar como lo haría Jesucristo si tuviera mi edad, mi condición y se encontrara en la circunstancia en la que yo me encuentro”.

Las circunstancias, la edad, la salud, el estado de vida de cada uno... son distintas, pero todos estamos llamados a unirnos a Cristo, a revestirnos de sus sentimientos, a crecer en la intimidad con Él. Los ejercicios espirituales son un alto en el camino para tomar conciencia de estas cosas. El Señor nos dé un corazón como el suyo. Amén.

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