Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 26 de mayo de 2013

Visita a Viterbo


Ayer tuve la oportunidad de conocer la hermosa ciudad de Viterbo, ya que hice una excursión con mi comunidad. Por la mañana, después de rezar el oficio de lectura y laudes, nos pusimos en camino. Era sábado y aún no se habían despertado ni los pájaros, por lo que no encontramos a nadie en la carretera. En la ciudad visitamos varias iglesias y monumentos. De regreso a Roma, almorzamos junto al impresionante lago de Bracciano, de origen volcánico. Ya en el coche rezamos el rosario. Llegamos a Roma con tiempo para celebrar la misa de las 18,30 y rezar vísperas antes de cenar.

El edificio más importante de Viterbo es el palacio papal, en el que residieron 9 Papas seguidos en la segunda mitad del s. XIII. En la gran sala de las audiencias se tuvieron varios cónclaves. El más famoso es el que terminó con la elección de Gregorio X. Su antecesor, Clemente IV, fue un Papa muy honesto y austero, que intentó meter orden en la curia y no creó ni un solo cardenal durante su pontificado. 

A su muerte, los 19 cardenales electores no se ponían de acuerdo para elegir un sucesor. Recordemos que los cardenales eran príncipes y el Papa era rey de los estados pontificios, por lo que había muchos intereses de las familias nobles en juego.

Después de un año y medio sin resultados, los vecinos de Viterbo tapiaron la puerta de la sala del cónclave y los dejaron encerrados dentro hasta que eligieran un nuevo Pontífice. En latín, "cerrados con llave" se dice "clausi cun clave". De ahí viene la palabra "cónclave", que es la reunión de los cardenales para la elección de un nuevo Papa.

Aunque estaban encerrados, seguían sin ponerse de acuerdo, por lo que un año y medio después terminaron por darles de comer solo pan y agua. Como tampoco así llegaban a ningún acuerdo, levantaron el tejado del aula y los dejaron a la interperie.

Así, después de tres años de sede vacante, eligieron Papa a Tedaldo Visconti, un hombre cultísimo y con fama de santo, que no tenía nada que ver con ninguna de las familias dominantes. Cuando fue elegido se encontraba en Jerusalén y no era ni sacerdote. 

Los cardenales esperaban poder dominarlo, pero él se hizo aconsejar de personas de fuera de la curia, especialmente de san Buenaventura (franciscano) y de santo Tomás de Aquino (dominico). Además, devolvió la sede del Papado a Roma, trabajó por la pacificación de las fracciones enfrentadas, promulgó una constitución apostólica dando normas de cómo se tenían que celebrar los cónclaves (con pequeñas variaciones es la que se sigue usando hasta el presente), convocó el segundo concilio de Lión, para buscar la unión con las Iglesias orientales y la reforma de la Iglesia y del clero. Por desgracia, murió en el camino de regreso a Roma y con él la mayoría de los proyectos de reforma, que tuvieron que seguir esperando hasta el concilio de Trento en el s. XVI.

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