Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 26 de abril de 2022

Jesús, Pastor Bueno y Hermoso


Jesús usó distintas imágenes para hablar de sí mismo. En unas ocasiones se presentó como un sembrador que deposita la semilla de la Palabra de Dios en el corazón de los hombres, en otras como una vid a la que tienen que estar unidos los sarmientos para poder dar fruto, en otras como un pastor que conoce a sus ovejas, las ama y da su vida por ellas.

Cuando san Juan dice que Jesús es el «buen» pastor (Jn 10,11), usa la palabra griega 'kalós', que significa «bueno» y también «verdadero» y «hermoso». Lo mismo podemos decir de la palabra hebrea 'Ṭôḇ', que hace referencia tanto a la dimensión moral como a la estética. Así, el Génesis afirma que Dios vio que era «muy bueno» y «muy hermoso» todo lo que había hecho (Gén 1,31).

Al afirmar que Jesús es el «buen» pastor, la Sagrada Escritura no se refiere solo a alguien que hace una cosa bien, que cumple con su deber. En ese caso se usa la palabra 'agathos', pero no es así en este texto. Jesús es más que un pastor «honesto» o «cumplidor». Es el pastor «bueno», «verdadero» y «hermoso». Es el «Buen» Pastor por excelencia, el verdadero, el único, «el más bello de los hombres» (Sal 45 [44],3), porque su obra es hermosa. 

Jesús no solo se arriesga para defender a sus ovejas. Da la vida por ellas. Algo verdaderamente sorprendente e inusual. El pastor puede arriesgarse por defender el rebaño pero, en el momento definitivo, si tiene que elegir entre su vida y la de las ovejas, prefiere salvar la propia, que es más valiosa. 

Además, antes o después, el pastor venderá a las ovejas o se las comerá. En el caso de Jesús no es así: Él no usa las ovejas en provecho propio. Al contrario, da la vida por ellas, muere para que ellas tengan vida, se «entrega» por las ovejas. El verbo utilizado aquí ('paradidomai') es el mismo usado en los relatos de la última cena: «Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros» (Lc 22,19) y en el momento de la muerte de Jesús: «Inclinando la cabeza, entregó su espíritu» (Jn 19,30).

Gracias, Jesús, pastor bueno y hermoso, por tu obra de salvación, por tu amor hasta el extremo, por tu misericordia hacia las ovejas descarriadas y hacia cada oveja. Ayúdanos a todos los creyentes a crecer en la amistad contigo. Amén.

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