Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 28 de noviembre de 2023

Encuentro de san Juan de la Cruz con santa Teresa de Jesús


El 28 de noviembre de 1568, que ese año coincidió con el inicio del Adviento, se inauguró el primer convento de carmelitas descalzos en Duruelo. Fue el resultado del encuentro de san Juan de la Cruz con santa Teresa de Jesús en Medina del Campo, que tuvo lugar un año antes.

Fray Juan de la Cruz se encontró por primera vez con la madre Teresa de Jesús en 1567. Ella se había trasladado desde Ávila a Medina del Campo para realizar su segunda fundación de monjas. Aún no era una mujer famosa, pero ya había recorrido un largo camino de vida espiritual y comunitaria, que incluía la redacción del Libro de la vida, el Camino de perfección y las Constituciones.

Dolida por las divisiones que la Reforma protestante había causado en la Iglesia e impulsada por su amor a las almas y sus deseos de que Cristo fuera conocido y amado por todos, había fundado el palomarcico de San José de Ávila, donde un pequeño grupo de mujeres se había reunido con ella para vivir en obsequio de Jesucristo, con sencillez evangélica, orando por la Iglesia, por sus pastores y teólogos.

Su original estilo de vida, donde se unían el aprecio por la cultura y una vida fraterna muy sencilla, largos momentos dedicados a la oración silenciosa y un desarrollado sentido del humor, llamó la atención del general de la Orden, el padre Juan Bautista Rubeo, que le dio permiso para fundar tantos conventos de monjas como quisiera.

Ella se daba cuenta de que, para el éxito de su empresa, necesitaba del apoyo de algunos varones que vivieran sus mismos ideales y pudieran servir de confesores y predicadores para sus monjas. Al principio, el general se lo negó, pero –ante su insistencia– finalmente le dio el permiso para fundar dos conventos masculinos de «carmelitas contemplativos».

Buscando candidatos, se entrevistó con algunos religiosos, sin llegar a nada concreto. El prior de Medina, el padre Antonio de Heredia, quería ser el primero en unirse a su proyecto, pero a ella no le convencía.

Mientras tanto, fray Juan fue ordenado sacerdote ese mismo año y se desplazó desde Salamanca a Medina para celebrar su primera misa. Hablaron de él a la madre fundadora, que lo hizo llamar.

Después de algunas palabras, Teresa comprendió que estaba ante una persona excepcional y le explicó sus proyectos.

Él le comentó su deseo de irse a la Cartuja, buscando una entrega más generosa al Señor.

Ella le contestó: «¿Para qué quiere ir a buscar fuera lo que puede encontrar en su propia Orden?». Y le invitó a unirse a su aventura fundacional, para la que tenía los permisos necesarios.

A él le pareció bien, «con tal de que se hiciera pronto».

Santa Teresa quedó encantada con fray Juan y dijo a sus monjas: «Ayúdenme a dar gracias a Dios, que ya tenemos fraile y medio para nuestro propósito».

Después de un tiempo de maduración del proyecto y de preparación de la casa donde podía iniciarse, comenzó la vida de los carmelitas descalzos en el lugarcillo de Duruelo.

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